Somos un equipo de yoguis a tiempo completo
dedicados a compartir el poder de yoga con los demás
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dedicados a compartir el poder de yoga con los demás
Ahora soy profesor de yoga, pero en otra época de mi vida estaba fuera de forma. Llevaba una dieta terrible. Sufría ansiedad y depresión que algunos días hacían que levantarme de la cama fuera una lucha. Me sentía completamente abrumado por los problemas de la vida diaria. Pero como todo el mundo, lograba terminar el día dando la impresión de que todo iba bien. Empecé a hacer yoga y meditación para encontrar un camino fuera de aquel constante estrés. Al principio fue increíble, me sentí muchísimo mejor, pero había cierto nivel de superficialidad en todo aquello. Quería profundizar más, aprender cómo transformarme a mí mismo de verdad y llevar el yoga a mi día a día. Incluso las tradiciones de yoga supuestamente más “espirituales” parecían enfocarse más en los elementos superficiales, como solo en las posturas o en ideas y creencias dogmáticas. Yo quería saber cómo podía llevar estas prácticas a mi vida diaria y transformarla por completo.
Así que empecé a profundizar en mi práctica y a buscar técnicas que pudieran cambiarme a mí y al mundo a mi alrededor. Entrené como profesor, cuestioné cada pedacito de conocimientos de los maestros de yoga, estudié en profundidad los antiguos textos yóguicos de India, Java y Bali y puse en práctica sus técnicas. Me hice monje budista en varias tradiciones, estudié con sabios maestros de yoga y sacerdotes y eventualmente entrené como sacerdote hindú yo mismo. Pasé muchos años viajando por el mundo buscando estas técnicas y tras todos los viajes y estudios, las encontré y más adelante comencé a compartirlas.
Tras enseñar yoga y meditación durante décadas internacionalmente en EEUU, Francia, Bali y España, abrí un exitoso centro de yoga en Madrid con mis dos mejores profesoras. Esta escuela fue votada más adelante como uno de los mejores 5 centros de yoga de España en la revista Elle, pero tras algunos años nos dimos cuenta de que solo podíamos enseñar a un número limitado de personas cada día y que un centro de yoga en realidad enseñaba a la gente a “hacer” yoga, en vez de a “vivir” verdaderamente el yoga. Al final cerramos el centro y enfocamos nuestras energías en enseñar estas técnicas de manera que todo el mundo pudiera practicarlas y aplicarlas en su vida diaria, empoderándose así para realmente vivir el yoga y transformarse a si mismos y al mundo a su alrededor.
Así que empecé a profundizar en mi práctica y a buscar técnicas que pudieran cambiarme a mí y al mundo a mi alrededor. Entrené como profesor de yoga, cuestioné cada pedacito de conocimientos de los maestros de yoga, estudié en profundidad los antiguos textos yóguicos de India, Java y Bali y puse en práctica sus técnicas. Me hice monje budista en varias tradiciones, estudié con sabios maestros de yoga y sacerdotes y eventualmente entrené como sacerdote hindú yo mismo. Pasé muchos años viajando por el mundo buscando estas técnicas y tras todos los viajes y estudios, las encontré y más adelante comencé a compartirlas.
Tras enseñar yoga y meditación durante décadas internacionalmente en EEUU, Francia, Bali y España, abrí un exitoso centro de yoga en Madrid con mis dos mejores profesoras de yoga. Esta escuela fue votada más adelante como uno de los mejores 5 centros de yoga de España en la revista Elle, pero tras algunos años nos dimos cuenta de que solo podíamos enseñar a un número limitado de personas cada día y que un centro de yoga en realidad enseñaba a la gente a “hacer” yoga, en vez de a “vivir” verdaderamente el yoga. Al final cerramos el centro y enfocamos nuestras energías en enseñar estas técnicas de manera que todo el mundo pudiera practicarlas y aplicarlas en su vida diaria, empoderándose así para realmente vivir el yoga y transformarse a si mismos y al mundo a su alrededor.
“Así como la bella flor de loto florece en el agua sucia estancada, un verdadero practicante de yoga puede florecer y despertar incluso en el caos y los problemas de la vida diaria.”
Séafra Yogiśvara
Estoy enamorada del yoga. Pero lo cierto es que antes tenía muy mala postura. Sufría tanto de cifosis como de lordosis. Tenía dolor de cuello y de espalda constantemente. Me sentía desconectada de la tierra y me parecía muy difícil enfocar mi mente. Padecía ansiedad y constantes subidas y bajadas de ánimo que me dejaban exhausta al final del día. Estaba desesperada por encontrar alivio. Practiqué muchos tipos de yoga. Hice Ashtanga. Hice Bikram. Incluso me fui a entrenar como profesora de yoga a EEUU. Pensaba que si me esforzaba un poco más, si aprendía las posturas más difíciles, lograría solucionar mis problemas. Tras todo aquel entrenamiento, me sentí mejor, pero el dolor no se alivió realmente. La falta de una metodología clara y el enfoque solo en lo físico empezó a convencerme de que el dolor era normal y que siempre sería parte de mi vida.
Luego conocí a Séafra y él cambió mi forma de practicar por completo. Comencé a aprender su transformativa forma de practicar vinyasa yoga y meditación. Me dediqué por entero a esta práctica, fui a Bali numerosas veces a sus retiros y eventualmente hice su entrenamiento de profesores. Con esta nueva forma de practicar, comencé a sentirme a gusto en mi propia piel. Me sentí tan centrada, tan fuerte y sobre todo… libre de dolor. Finalmente había encontrado un yoga que me transformó de verdad. Poder enseñar estas prácticas a los demás ha sido la experiencia más enriquecedora de mi vida. Me encanta ver esa luz en las caras de la gente, la chispa en sus ojos, la sonrisa en sus caras durante y después de la clase. De verdad creo que desde un estado centrado y en calma puedes lograr cualquier cosa en la vida.
Luego conocí a Séafra y él cambió mi forma de practicar por completo. Comencé a aprender su transformativa forma de practicar vinyasa yoga y meditación. Me dediqué por entero a esta práctica, fui a Bali numerosas veces a sus retiros y eventualmente hice su entrenamiento de profesores de yoga. Con esta nueva forma de practicar, comencé a sentirme a gusto en mi propia piel. Me sentí tan centrada, tan fuerte y sobre todo… libre de dolor. Finalmente había encontrado un yoga que me transformó de verdad. Poder enseñar estas prácticas a los demás ha sido la experiencia más enriquecedora de mi vida. Me encanta ver esa luz en las caras de la gente, la chispa en sus ojos, la sonrisa en sus caras durante y después de la clase. De verdad creo que desde un estado centrado y en calma puedes lograr cualquier cosa en la vida.
Con 20 años no tenía ninguna confianza en mi misma. Estaba fuera de forma y padecía un tipo de trastorno obsesivo-compulsivo que escondía de la gente. Pero yo me convencía cada día de que todo iba bien y seguía con mi vida con “normalidad”. Un día una apremiante sensación me hizo ver que no era feliz. Algo dentro de mi decía que tenía que haber algo más. Pero no sabía ni el qué ni dónde encontrarlo. Decidí hacer algo, lo que fuera, para encontrar ese “algo más”. Dicen que cuando el alumno está preparado, el maestro aparece. A las dos semanas, en vez de entrar a una clase de baile, acabé por accidente en la clase de yoga de Séafra, uno de los mejores profesores de yoga que conozco. Tras superar el gran desafío físico y mental que supuso para mi aquella primera clase, me sentí renovada, relajada e increíblemente inspirada. Supe que había encontrado por dónde se iba hacia ese “algo más”.
Así que empecé a practicar tanto como podía en sus clases. Comencé a notar beneficios increíbles: me dejó de doler la espalda y empecé a ganar flexibilidad, fuerza y equilibrio, tanto física como mentalmente. Me sentía mejor que nunca físicamente y descubrí una paz interior que nunca antes había experimentado. El reto era grande, pero mi inspiración y ganas de transformar mi vida eran más fuertes. Iba a clase siempre que había clase. Fui a los retiros que daba Séafra en Bali para descubrir la parte más profunda del yoga. Y tras tres años de práctica diaria, hice mi entrenamiento de profesora de yoga. Empecé a amar dar clases con todo mi corazón. Encontrar el yoga y entrenar como profesora han sido unos de los acontecimientos más importantes de mi vida. Creo de corazón que la vida se expande hasta donde llega el coraje de cada persona.
Así que empecé a practicar tanto como podía en sus clases. Comencé a notar beneficios increíbles: me dejó de doler la espalda y empecé a ganar flexibilidad, fuerza y equilibrio, tanto física como mentalmente. Me sentía mejor que nunca físicamente y descubrí una paz interior que nunca antes había experimentado. El reto era grande, pero mi inspiración y ganas de transformar mi vida eran más fuertes. Iba a clase siempre que había clase. Fui a los retiros que daba Séafra en Bali para descubrir la parte más profunda del yoga. Y tras tres años de práctica diaria, hice mi entrenamiento de profesora de yoga. Empecé a amar dar clases con todo mi corazón. Encontrar el yoga y entrenar como profesora han sido unos de los acontecimientos más importantes de mi vida. Creo de corazón que la vida se expande hasta donde llega el coraje de cada persona.
Enseñamos un enfoque transformativo de la práctica Vinyasa Yoga utilizando las prácticas originales de tantra y hatha yoga de India, Java y Bali, así como las innovaciones y enseñanzas de Sri Krishnamacharya. Se trata de una forma grácil, dinámica y meditativa de practicar Vinyasa. Es una práctica que tiene un objetivo central: la transformación de tu cuerpo, tu mente y del mundo a tu alrededor.
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